Desde el principio, Calvino rompe la cuarta pared, dirigiéndose directamente al lector y estableciendo un tono de guía íntima. Esta apertura no solo nos sumerge de inmediato, sino que también invita a reflexionar sobre la santidad de la experiencia de lectura. Al instruirnos a 'Disipar todo otro pensamiento', enfatiza la necesidad de una absorción completa, sugiriendo que el verdadero compromiso con un texto requiere una salida temporal de la realidad. Es un recordatorio del espacio único que ocupa la literatura: un mundo donde uno puede escapar, reflexionar y explorar territorios inexplorados de la mente.