Esta cita refleja el enfoque estoico de Marco Aurelio hacia el deber y la responsabilidad, escrita durante sus años como emperador, cuando las preferencias personales a menudo debían ser subordinadas a las necesidades imperiales. Como gobernante que prefería la contemplación filosófica pero fue llamado a liderar militarmente, Aurelio vivió este principio de manera personal. La afirmación proviene de sus reflexiones sobre la naturaleza del deber y el liderazgo, enfatizando que un liderazgo efectivo a menudo requiere dejar de lado las inclinaciones personales en favor de acciones necesarias.