Pronunciada durante el primer discurso inaugural de Roosevelt en 1933, en medio de la Gran Depresión, esta declaración abordó la dimensión psicológica de la recuperación económica. FDR reconoció que el miedo y el pánico podían paralizar a la sociedad y evitar la acción necesaria para la recuperación. La cita demuestra su comprensión de que superar las barreras psicológicas era tan crucial como implementar cambios en las políticas. Esta percepción sigue siendo relevante en la gestión de crisis y el liderazgo, destacando cómo abordar factores emocionales y psicológicos es esencial para superar desafíos colectivos.