Este principio surgió del trabajo de Einstein en física teórica, donde buscaba describir fenómenos universales complejos con ecuaciones elegantes y simples. La explicación refleja su comprensión de que, si bien la simplificación es valiosa para entender y explicar conceptos, la sobre-simplificación puede llevar a la pérdida de un significado o función esencial. Esta percepción provino de su experiencia al desarrollar teorías que necesitaban equilibrar la elegancia matemática con una representación precisa de la realidad física.