Esta cita surge de la filosofía de resistencia no violenta de King y de su fe cristiana. A través de su liderazgo en el movimiento por los derechos civiles, enfatizó que la elección moral está en el corazón del progreso social. La afirmación refleja su comprensión de que las decisiones éticas individuales tienen consecuencias colectivas, una perspectiva que continúa inspirando a los movimientos por la justicia social.