Las palabras de Henry Winkler destacan las limitaciones del intelecto en comparación con la vastedad de nuestra sabiduría interior. Mientras nuestras mentes analizan y racionalizan, nuestros instintos poseen una comprensión más amplia. Confiar en este conocimiento interno puede guiarnos hacia el camino correcto, incluso cuando la lógica sugiere lo contrario. Abrazar el instinto no significa ignorar la razón; significa permitir que nuestro conocimiento más profundo tenga voz en nuestras decisiones.