La autenticidad era primordial para Van Gogh. Su compromiso con la autoexpresión sin buscar validación externa es empoderador. En una sociedad que a menudo presiona por la conformidad, su postura defiende el individualismo. Aceptar quiénes somos, independientemente de las opiniones de los demás, nos permite vivir con más libertad y crear con más honestidad. Es un recordatorio audaz de la fuerza que se encuentra en la autoaceptación.