"El silencio me deprimía. No era el silencio del silencio. Era mi propio silencio."
Entendiendo esta cita
El silencio, en este contexto, se convierte en una poderosa metáfora de la soledad y la emoción no expresada. Plath distingue entre el silencio externo y el peso opresivo de su silencio interno. Este vacío interno es sofocante, enfatizando la importancia de encontrar una voz en medio de pensamientos abrumadores. Es un recordatorio inquietante de cómo nuestros sentimientos no expresados pueden contribuir a nuestra propia desesperación.